Ja ho sé, un mateix no hauria de fer-se publicitat, però en aquest món cada cop més poblat de llibres, i amb l'amenaça que siguin poc temps a les llibreries, crec que és ben lícit de fer-ho. I encara més quan la meva contribució és tan sols la modesta tasca del traductor. El llibre que acaba d'aparèixer és Naturaleza muerta con brida de l'excel·lent poeta Zbigniew Herbert. No posaré cap qualificatiu al llibre. Només com a tast, un fragment d'una carta atribuïda a Vermeer i que es troba en un dels assaigs del llibre.
"Seguramente te sorprenderá que te escriba, en lugar de ir a tu taller, como tantas veces, antes de que anochezca. La verdad es que no tengo valor, no sé decirte a los ojos lo que de aquí a un momento vas a leer.
Hubiera preferido no escribir esta carta. He abrigado muchas dudas porque no quisiera poner en peligro nuestra larga amistad. Pero, finalmente, me he decidido. Hay cuestiones que son más importantes que lo que nos une, más importantes que Leeuwenhoek, más importantes que Vermeer.
Hace unos días me mostraste una gota de agua con tu nuevo microscopio. Siempre pensé que era pura como el cristal, y he aquí que en ella se arremolinan extrañas criaturas, como en el infierno transparente del Bosco. Durante esa demostración seguiste con atención y, así me lo pareció, con satisfacción, mi expresión consternada. Entre nosotros se hizo el silencio. Y después me dijiste lenta y sonoramente: “Así es el agua, querido mío, así, y no de otra manera”.
Entendí lo que quisiste decir con aquello: que nosotros, los artistas, fijamos las apariencias, la vida de las sombras, la superficie mentirosa del mundo, y no tenemos valor ni dotes para llegar al fondo de la cuestión. Somos, por así decirlo, artesanos que trabajan en la materia de la ilusión, mientras tú y los que son como tú sois los maestros de la verdad.
[...]
De seguro me reprocharás que nuestro arte no soluciona ningún enigma de la naturaleza. Nuestra tarea no es la de solucionar enigmas, más bien la de hacernos conscientes sobre los mismos, inclinar la cabeza sobre ellos y mantener preparados los ojos para un entusiasmo y admiración incesantes. Si, con todo, necesariamente tienes interés en los inventos, entonces te diré que estoy orgulloso de haber conseguido combinar un tipo particularmente intenso de azul de cobalto con un amarillo limón, luminoso, y también de haber registrado el reflejo de la luz que el mediodía proyecta sobre una pared gris a través de un grueso cristal.
Los utensilios de los que nos servimos son en realidad primitivos (un palo con un manojo de pelos fijado en un extremo, una tabla rectangular, pigmentos, aceites) y no han cambiado desde hace siglos, lo mismo que el cuerpo y la naturaleza humana. Si comprendo bien mi tarea, se basa en conciliar al hombre con la realidad que le rodea; por eso mis hermanos de gremio y yo repetimos infinitas veces el cielo y las nubes, los retratos de personas y ciudades, todo el universo de las cuatro estaciones, porque sólo en él nos encontramos seguros y felices."
"Seguramente te sorprenderá que te escriba, en lugar de ir a tu taller, como tantas veces, antes de que anochezca. La verdad es que no tengo valor, no sé decirte a los ojos lo que de aquí a un momento vas a leer.
Hubiera preferido no escribir esta carta. He abrigado muchas dudas porque no quisiera poner en peligro nuestra larga amistad. Pero, finalmente, me he decidido. Hay cuestiones que son más importantes que lo que nos une, más importantes que Leeuwenhoek, más importantes que Vermeer.
Hace unos días me mostraste una gota de agua con tu nuevo microscopio. Siempre pensé que era pura como el cristal, y he aquí que en ella se arremolinan extrañas criaturas, como en el infierno transparente del Bosco. Durante esa demostración seguiste con atención y, así me lo pareció, con satisfacción, mi expresión consternada. Entre nosotros se hizo el silencio. Y después me dijiste lenta y sonoramente: “Así es el agua, querido mío, así, y no de otra manera”.
Entendí lo que quisiste decir con aquello: que nosotros, los artistas, fijamos las apariencias, la vida de las sombras, la superficie mentirosa del mundo, y no tenemos valor ni dotes para llegar al fondo de la cuestión. Somos, por así decirlo, artesanos que trabajan en la materia de la ilusión, mientras tú y los que son como tú sois los maestros de la verdad.
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De seguro me reprocharás que nuestro arte no soluciona ningún enigma de la naturaleza. Nuestra tarea no es la de solucionar enigmas, más bien la de hacernos conscientes sobre los mismos, inclinar la cabeza sobre ellos y mantener preparados los ojos para un entusiasmo y admiración incesantes. Si, con todo, necesariamente tienes interés en los inventos, entonces te diré que estoy orgulloso de haber conseguido combinar un tipo particularmente intenso de azul de cobalto con un amarillo limón, luminoso, y también de haber registrado el reflejo de la luz que el mediodía proyecta sobre una pared gris a través de un grueso cristal.
Los utensilios de los que nos servimos son en realidad primitivos (un palo con un manojo de pelos fijado en un extremo, una tabla rectangular, pigmentos, aceites) y no han cambiado desde hace siglos, lo mismo que el cuerpo y la naturaleza humana. Si comprendo bien mi tarea, se basa en conciliar al hombre con la realidad que le rodea; por eso mis hermanos de gremio y yo repetimos infinitas veces el cielo y las nubes, los retratos de personas y ciudades, todo el universo de las cuatro estaciones, porque sólo en él nos encontramos seguros y felices."
Comentaris
Ahora sólo falta que te animes con la maravillosa poesía de Herbert :-)
Un abrazo-
Una abraçada ben forta (i espero notícies teves, sempre benvingudes).