Ja
fa uns dies que ha aparegut el llibre i que es pot
trobar a les llibreries, però fins ara no ho havia esmentat en
aquest blog. S’ha publicat el llibre Mi
Europa
de Czesław
Miłosz en
una traducció completament nova que he fet del polonès (l’anterior
s’havia fet partint del francès, d’aquí també el canvi de
títol, ben significatiu, abans era Otra Europa). L’ha publicat Galaxia Gutenberg. Tornar
a enfrontar-me a la llengua del gran poeta polonès ha suposat un nou
repte. Sempre és un començar de nou, i més amb ell. Quan ja penso
que la influència, la importància que veig en aquest autor es pot
esmorteir una mica, apareix un nou text, el llegeixo de nou, i em
torna a enlluernar. No tinc cap dubte a considerar tota la seva obra
com una de les més importants que s’han produït al llarg del
segle XX.
LA
CIUDAD DE MI JUVENTUD
Veo
una injusticia: un parisino no tiene que estar continuamente sacando
a su ciudad de la nada. Si la describe, tiene a su disposición una
abundancia de alusiones, perdura humanísticamente en la historia de
la palabra, del pincel y del cincel, e incluso si llegara a
desaparecer de la faz de la tierra, podría ser reconstruida en la
imaginación. Mientras que yo, cada vez que vuelvo con los
pensamientos a las calles en las que pasó la parte más importante
de mi vida, tengo que encontrar el tipo de trazo que sea más
práctico, y estoy condenado al esbozo, como siempre que hay que
encerrarlo todo en pocas frases, empezando por la geografía y la
arquitectura, y terminando por el color del aire. Sin duda existe una
cierta cantidad de grabados, de fotografías y de memorias, pero en
general muy poco conocidos fuera del reducido círculo territorial.
Además, a los nativos les faltaba distancia y muchas veces no se
fijaban en lo que a mí me parece hoy en día digno de destacar.
[...]
¿Hay
muchas ciudades cuyos nombres sean motivo de discusión? Los polacos
la llaman Wilno; los lituanos, Vilnius; los alemanes y los
bielorrusos, Wilna. También su río tiene dos nombres: Wilia o de
una manera más sonora, como si se evocara el espíritu de alguna
Nereida: Neris. Otro pequeño río desemboca en él cerca de una
montaña cónica con las ruinas del castillo de los príncipes
lituanos: es la antigua capital del Gran Ducado. Si la ciudad
cambiaba de propietarios, una de las primeras acciones que hacían
los conquistadores era colocar en los vestigios de la torre del
castillo su bandera. Un tercer río, misterioso, fluye bajo tierra.
Su curso indeterminado, así como su paso y los corredores que, según
se decía, llegaba hasta fuera de los muros en caso de sitio, han
facilitado muchos temas a las fábulas y a las leyendas. También
contribuyó a reforzar las leyendas la torre circular de la catedral,
muy antigua, construida en el lugar en el que los sacerdotes paganos
mantenían la antorcha, el fuego eterno, y también se hacían
descubrimientos allí de vez en cuando.
Dins
Czesław
Miłosz, Mi
Europa, trad.
Xavier Farré,
Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2017 (pàg. 60-61)
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